viernes, febrero 16, 2007

QUIXOTE
Y los bordes de las letras
se fueron oxidando.
Como la armadura del Quixote
inserta en la repisa.

El, se trago la tristeza
e hizo caso omiso a su sabor amargo.
Sin hablar
enmudeció hasta el aliento.
Yo, desde una esquina con orgullo le miraba.

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